Recuerdo un día que fuimos a visitar a la prima Conchi. Siempre volvíamos con ropa y juguetes que nos encantaban.
Uno de esos días nos recibieron con un bizcocho de limón que estaba riquísimo y por supuesto le pedimos la receta.
Hace tanto tiempo que ya no se si ésta es la receta original pero igualmente sale muy bueno y entretiene hacerlo en días lluviosos cuando no apetece salir de casa.
Ingredientes:
1 yogur de limón.
1 yogur de aceite.
1 yogur y medio (o dos a gusto de cada uno) de azucar
2 yogures y medio de harina
3 huevos
1 sobre de levadura
Rayadura de un limón
Preparación:
Encendemos el horno a 220º para que se precaliente mientras preparamos la mezcla.
Se mezcla el yogur de limón, el aceite, las yemas de los huevos, el azúcar y la rayadura en un bol.
Se añade con un tamizador, o un colador grande, la harina.
Se baten las claras a punto de nieve y se le añaden a la mezcla.
Se mezcla también la levadura.
Untamos el molde con margarina y harina para que no se pegue y se hecha el preparado.
Lo metemos en la parte media del horno y lo ponemos entre 30-35minutos pero a 180º.
Pasado ese tiempo lo pinchamos con una aguja de punto y si esta sale limpia esque ya lo podemos sacar.
¡Ojo! No abrir el horno hasta pasados los 30min ya que sino bajará. (Recuerdo un niño que siempre me abría el horno y me lo fastidiaba...)
El resultado:
Mmmmmm. Que pena que no podamos subir olores ni os pueda adjuntar un cachito.
Si preguntásemos algo sobre Bélgica, la mayoría diría que su capital es Bruselas, el viajero que su ciudad más bonita es Brujas y el artista que en Amberes está la casa del gran pintor Rubens.
Pues aunque este verano estuve visitando las tres he preferido recordar Gante.
Quizá os suene porque fue aquí donde nuestra Juana la Loca dió a luz a Carlos V al que por cierto aún recuerdan en su fiesta grande, en la procesión de la soga. Los ganteses eran tan testarudos y "desobedientes" que el emperador les hizo ridiculizar poniéndoles una soga al cuello que ahora ellos llevan orgullosos haciendose llamar Stropkes.
Es una ciudad medieval de la parte de Flandes (allí donde pusieron una pica nuestros tercios) encantadora y silenciosa a no ser que llegues en plenas fiestas como nos ocurrió a nosotros que entonces la encontrarás con las calles abarrotadas de gente y en cada plaza un escenario para conciertos. Todo el mundo, por supuesto, bebiendo cerveza que por algo tiene el record de ser la ciudad belga con la mayor cantidad de edificios históricos... y de cervecerías.
La elegimos precisamente por evitar la masificación turística que tiene Brujas asíque menos mal que en dos días acabó la fiesta, pero también porque es el mejor punto de partida para visitar en tren las otras ciudades, en menos de cuarenta minutos estás en cualquiera de ellas.
Por sus canales, las flores que los adornan, el castillo, el campanario Belfort, la catedral de San Bavón y su "Cordero místico", la quietud y silencio de la zona de los antiguos beatarios, las casas gremiales reflejadas en el agua,¡las abuelas en bicicleta!, tomar una refrescante Lindemans de frambuesa en la terraza de una cervecería con el jazz de fondo, las patatas fritas y refritas típicas, los gofres para desayunar, la macedonia de fruta de los puestos callejeros para cenar, la iluminación de los edificios por la noche, por ese aire de pueblo medieval con toques de modernidad como las galerias con chicas ligeritas en el escaparate (si, si, no es solo en Amsterdan) .
Por todo ello la recuerdo como una de las ciudades que más me ha gustado visitar, que más me ha sorprendido y a la que no me importaría volver.
Lo mejor: los paseos junto a los canales
Lo peor: la suciedad y el olor de las calles durante las fiestas.
De recuerdo: galletas y chocolate ¡belga!
Visto que los comentarios de la anterior entrada están dando para mucho mejor abrir una nueva para seguir comentando.
Nunca he sido muy cinéfila, quizá fuera porque en mi casa NUNCA tuvimos vídeo... Pero hace cosa de unos tres años (que curioso justo cuando me independicé) me dio por ver pelis diferentes. Y gracias a Amelie y a un compañero de trabajo (gracias Goso!) descubrí filmaffinity
Para quien no la conocca es una página en la que te registras y puedes votar, hacer críticas, ver las pelis que le gustan a tus amigos.... incluso te dicen quienes son tus almas gemelas en cuanto a gusto para que escojas pelis que supuestamente te gustarán a ti tambien.
El caso es que con esta página y con la magia de internet (llámese emule) he podido descubrir maravillas y reirme a carcajadas con "Charada", "Uno, dos, tres", "Oro en barras", "Descalzos por el parque", "Amanece que no es poco", "Esperando la carroza".... en fin, un porrillo.
Así que si os registrais y quereis cotillear mis preferidas (y mis odiadas) buscarme por "aeriis". Y si no ya teneis una maravillosa videoteca donde consultar.
Una recomendación para los románticos que sientan San Valentín como un día especial pero no quieran contribuir al enriquecimiento de tiendas y centros comerciales que se aprovechan de ello.
Dos en la carretera es una película del año 67 en color,o technicolor mejor dicho, protagonizada por la bellísima Audrey Hepburn
Trata sobre una pareja que está atravesando una crisis y de camino a una fiesta recuerdan otros viajes de su vida en común desde que se conocieron por casualidad, pasando por el enamoramiento, ilusiones comunes e hijos.
No es solo romántica y tierna, sobre todo es muy divertida y a veces hasta amarga pero te hace pasar un buen rato además de hacerte sentir identificado en algunas ocasiones (por ejemplo cuando van a un hotel y llevan comida de fuera porque no pueden permitirse pagar la cena en el restaurante, o cuando no se pueden ni tocar porque se han quemado al quedarse dormidos en la playa).
También está indicada para quien no tenga pareja porque puede dejarse enamorar por esta encantadora actriz que a mi pesonalmente me fascina y solo por mirarla a ella merece la pena ver la peli.
No he encontrado un video mejor que este... ¡Teneis que verla!
Recuerdo en especial tres disfraces.
El primero de gnoma: Una falda fucsia con hilos dorados, de volantes, heredada de las primas y hecha por la tía. El mandilito hecho por la mami e igual que el de ella pero en miniatura. Una camisa. Y por supuesto el capirote de cartulina grande, dos trenzas, los coloretes y una cesta con frutas.
El segundo de sevillana: Otra falda de volantes pero roja con lunares blancos, también hecha por la tía. Los pendientes de plastico, la peineta y un buen floripondio. Ah, y esos zapatos de tacón que tanto me gustaban y las castañuelas que nunca aprendí a tocar: ria-pitá, ria-pitá.
El tercero, el más recordado y típico de cada año, el de señora de luto. Cada miércoles de ceniza bajaba a todo correr a pedirle a la tía Paca ropa negra que tuviera por ahí guardada. Me daba una falda, una camisa, algunas medias y el pañuelo a lo doña Rogelia. Con todo eso ya iba lista para llorar Paseo arriba detrás de la sardina.
Que pena que no haya ni una sola foto de ninguno de los tres disfraces. Al menos la falda de lunares la guardo con mucho cariño, ¡vaya si me gustaba bailar sevillanas con ella!