Nube de historias

Un blog para soñar...

Poco recuerdo ya de la llegada a Praga. No fue complicado dar con el hotel, después de cambiar unos cuantos euros por coronas cogimos el 179 desde el aeropuerto hasta el Nové Butovice para llegar a la parada Republiky namestic cercana a nuestro hotel, en pleno centro.
La primera sorpresa fueron las empinadas e infinitas escaleras mecánicas.Parece mentira usando el metro todos los días en Madrid pero como dos niños pequeños nos quedamos embobados mirando hacia arriba.

Una vez fuera, guía en mano (la que nos regalaron en el Pans de Gijón hacía ya cuatro años), como dos típicos turistas empezamos a mirar para donde tirar intentando hacernos los suecos cuando vinieron unos gitanos pidiendo.
De frente la maravillosa torre de la pólvora nos daba la bienvenida a la capital de Bohemia (que bonita palabra).
Casi no me lo podía creer, después de tres años desde la primera vez que imaginamos este viaje por fin estabamos allí.

Intercambiando impresiones durante una suculenta parrillada de carnaza en un típico local de la calle Celetná que parecía transportarnos a la edad media por las copas de barro y los bellones de sus bancos, pensamos que quizá cinco días eran muchos para una ciudad tan pequeña. Pero después de darnos un paseo para bajar la comida y echar un vistazo a la plaza de Staro Mesto, el reloj cronológico, el puente de Carlos.... nos dimos cuenta de que aunque pareciese pequeña estaba atestada de edificios curiosos, callejones escondidos, monumentos impresionantes, iglesias y catedrales, escaparates lujosos... y por supuesto torres, por algo es la ciudad de las cien.

El segundo día lo empezamos fuerte.
Solo el barrio judio nos llevó una mañana entera.
Impresionante la sinagoga española. Muy curioso el cementerio judio en el que hay más de X estelas funerarias. Pero sin duda los que nos puso los pelos de punta y encogió el corazón fueron los dibujos de los niños prisioneros en Terezín expuestos en la sinagoga Pinkas. Más de 10000 niños, todos menores de 15 años, de los cuales sólo sobrevivieron 242.

De vuelta a StaroMestoke namestic, centro de nuestras rutas, subimos al reloj astronómico, y pudimos admirar Nuestra señora de Tyn con más perspectiva, los tejaditos rojos que plagaban la ciudad y el puente de Carlos plagado, valga la redundancia y por desgracia, de turistas.

Exhaustos ya, caimos en la tentación de probar la comida típica (tal y como hacemos en practicamente todos los sitios a los que vamos). Entre la confusión con el checo y el pasotismo con el inglés mi querido optó por una maravillosa hamburgesa con vegetales que en realidad era una hamburguesa DE vegetales y unas patatas que mientras venían a la mesa iluminaron su carita pensando que eran alioli. Nada más lejos de la realidad, patatas con salsa de yogur, otra vez será.
Para mi una polevka (sopa) ¿de espinacas? y una ensalada de tres tipos de pimientos, queso en polvo y pipas, por lo visto se habían acabado los tomates. Ilusa de mi por pensar que el aceite de oliva viene por defecto en las ensaladas.
Después de esta experiencia con la comida checa preferimos no arriesgar más y tirar de italianos y mc'donald. Una pena descubrir el último día el restaurante El Centro "tipical spanish".

Con el estómago lleno, aunque con hambre, caminamos hacia la plaza de Wenceslao por una gran avenida en la que de nuevo, varios edificios llamaban mi atención por el colorido de sus fachadas y los detallitos de bronce dorado a fuego.
De vuelta al hotel, subimos a la torre de la pólvora, esta vez para ver las cien torres que apuntaban hacia el cielo rematadas por las estrellas doradas que tanto me gustaron.

El tercer día tocaba cruzar el Moldava o Vltava, pero en tranvía. (pobre familia rusa que se montaron con nosotros porque les "dijimos" que ibamos al castillo y en la parada les dejamos dentro a la buena de Dios.Muy mal, pero es que no estaba completamente segura de que la parada fuera esa y no les quería liar...) La línea sube por toda las calle .... y bordea el parque.... asíque seguimos deleitándonos la vista.

Increible la catedral de San Vito para una apasionada del gótico como yo.
Dentro del recinto del castillo había varios museos que ver, entre ellos la torre del homenaje que albergaba curiosos y espantosos elementos de tortura como por ejemplo la bota española.(Para las "fashion victims")

Los amantes de la lectura no pueden irse sin la típica foto en la entrada de lo que fue la casa de Kafka, con la fachada pintada de color azul, el número 22 (a mí se me pasó...)
En otra de estas casitas había una tienda de bolas navideñas exageradamente caras, hoy me arrepiento de no haber comprado alguna.

La vuelta fue "menos bonita", cuando fuimos a coger de nuevo el tranvía de vuelta la máquina expendedora de billetes estaba rota y pensando que en la siguiente parada habría otra seguimos andando y andando y andando.... ni rastro de maquina en las siguientes paradas, eso si, el paisaje estupendo.
Ya más tranquilos después de haber visto lo más "importante", es decir, en lo que más tiempo se perdía por decirlo de alguna manera, pudimos dedicar el resto del día a callejear tranquilamente y darnos cuenta de detalles como el hombre colgado, pararnos en las tiendas de marionetas, ver los escaparates de cristal de Bohemia, tomarnos un riquísimo y caro trdelnik (2,50e al cambio).
Para cenar, un típico jamón de Praga acompañado de unas pivos en el típico bar Budvar (con esto si nos atrevimos) atestado de checos comiendo goulash.

El cuarto día nos lo tomamos con más calma y fuimos a pasear por Mala Strana cruzamos el puente, admiramos sus estatuas negras y por supuesto tocamos el perro de San Nepomuceno. Hacía frío y fue curioso comer con mantas en la terraza del restaurante junto a nuestra señora de tyn mientras la familia española de al lado en pantalón corto decidían si ir o no al hotel para cambiarse.

La tarde la dedicamos simplemente a pasear, a perdernos sin seguir el mapa porque realmente eso es lo que hace especial a Praga, poder perderse sin miedo sabiendo que en cada calle hay algo bonito que descubrir o una cervecería en la que disfrutar de una auténtica Budêjovicky.



Volvería sin dudarlo.

Lo mejor: Parece que vivas en un cuento.
Lo peor: Muchisísimos turistas.

De recuerdo: Corona checa (1 EUR aprox. 25,48 CZK)

3 comentarios:

que barbaridad,que estres tantas cosas que ver de un lado para otro,comida para aqui paseos para allá.se vé que lo pasaste bien y disfrutastes del viaje (como debe ser ya se descansará en casa)...

Uf¡¡ cuanta cosa junta, Praga es una ciudad que me llama mucho la atención, en fotos siempre me da impresión de tranquilidad y de un poquito anclada en el pasado. Como se os ocurre acabar comiendo en MCdonalds, hay que llevar los estomagos preparados para lo que sea.
Por cierto aparte del Gótico hay otro estilo que merezca la pena, perdon mehe pasado, aparte del gótico y del romanico hay algo mas?, leche ya salió el borde.
Las fotos espectaculares...

Vaya dos, que rápidos!
Pues si guapa, luego nos tocó descansar en casa, mereció la pena.
Hombre Flores, pues no se, a mi el gótico me encanta pero el art noveau tampoco está mal ¿no? jejeje.
Total, que os apunteis Praga en la agenda para hacer una escapada romántica con los respectivos ;-)
Ale Ana, te toca contarnos algo.

Besos.